Nos atrevemos a predecir que este verano vas a beber muchos y buenos vinos rosados. Antes despreciados y, cierto, a veces elaborados sin mucho cariño, están experimentando desde hace algún tiempo un crecimiento imparable, acompañado de un incremento de la oferta y de la calidad. Y más que lo hará: International Wine & Spirit Research estima que el consumo de ‘rosés’ entre 2012 y 2017 habrá crecido un 7,7%, mientras que blancos y tintos solo lo harán en un 4,5%.
Los primeros en poner de moda el rosado han sido, cómo no, los franceses. Los rosas pálidos elaborados en la Provenza -como el famoso Miraval de Brad Pitt y Angelina Jolie o los de la prestigiosa bodega Les Domaines Ott- han marcado tendencia y han demostrado que su elaboración no es tan sencilla como muchos piensan.
Los rosados reúnen un sinfín de características que enamoran: su frescura estival, su ligereza ideal para acompañar los clásicos gastronómicos del verano, su sabor frutal y goloso -más redondo, a menudo, que muchos blancos- y su elegancia con ese toque femenino, sensual y delicado.
Entre nuestros últimos descubrimientos, el nuevo Viña Esmeralda Rosé (Bodegas Torres), de color rosa pálido y con destellos anaranjados, con un aroma tanto floral como frutal y una crianza de cuatro meses sobre lías que le da redondez y volumen en boca. Se elabora con garnacha y acompaña muy bien ensaladas caprese, pescados ahumados, carpaccios de carne y sushi u otras delicias asiáticas. Un soplo de aire fresco para combatir con glamour la próxima ola de calor.